Cuba, embajadora hispana

En el Jordan Hall del conservatorio de Nueva Inglaterra es común escuchar piezas de Rachmaninoff, Stravinsky y Beethoven. Sin embargo, en esta oportunidad la anfitriona es la música de Cuba. En este templo de la música, donde los hispanos pocas veces acceden, hay dos Steinway enfrentados, listos para una conversación entre dos de los mejores pianistas del mundo: Chucho Valdes y Gonzalo Rubalcaba.
Ambos nacieron en Cuba, y en su musicalidad está presente la formación clásica europea, el jazz, y la tradición afro cubana. La convivencia de estos tres elementos fluye con total naturalidad, y son reflejo de la que quizá sea la escuela musical más potente a la que un músico pueda aspirar: la unión de Europa, Estados Unidos y África.
Eso es Cuba, una miscelánea cultural, llena de desprejuicio, que hace de la carencia una oportunidad para inventar la realidad que todavía no existe. El espectáculo se llama “Trance”, y se presentará en las salas más prestigiosas del mundo, incluyendo la Konzerthaus de Viena, Chicago Symphony Center y Kölner Philarmonie.
En medio de su gira por Norte América, U-Lab conversó con ellos acerca del show, del presente de la música cubana y de cómo mantener viva la creación sincera en un contexto donde el arte se ha reducido a entretenimiento.
U-Lab: ¿Cuándo fue la primera vez que escuchaste a Chucho?
Gonzalo Rubalcaba (GR): Yo vengo de una familia de músicos. En mi casa se hablaba todo el tiempo de música, y venían muchos colegas de mi padre a ensayar. En ese contexto fue que llegué a Chucho, con sus primeros trabajos en una de las orquestas más emblemáticas que hubo en esa época que se llamó Orquesta de Música Moderna. Por ahí pasaron Chucho, Paquito (D´Rivera), Arturo (Sandoval), etc. Recuerdo ir a ver un concierto de ellos en el teatro Amadeo Roldán. Muchos de los músicos de esa orquesta, luego formaron Irakere. A partir de los once años, aproximadamente, empiezo a seguir de cerca su carrera. Todos los jóvenes estábamos pendientes de lo que hacía Chucho.
U-Lab: ¿Qué ira usted de Gonzalo?
Chucho Valdes (CV): Es un talento fuera de serie. En aquel momento estaba en desarrollo, pero ahora ya está súper maduro. Hemos ido por líneas paralelas y nos hemos encontrado. Desde el año pasado estamos haciendo tours por todo el mundo.
U-Lab: ¿Cuáles son los elementos que más le atraen de la música de Chucho?
GR: Tanto Chucho como yo venimos del mismo estrato social, y hemos estado ligados a la cultura afrocubana. El interés de Chucho por mezclar elementos de la tradición afrocubana con el jazz y la música clásica viene de ahí. Él pasa de uno a otro de estos géneros con total naturalidad y desprejuicio.
U-Lab: ¿Cómo se explica esto? Los cubanos pasan de la música clásica al jazz, y del jazz a los cantos yorubas. Son lenguajes muy distintos…
CV: Es algo orgánico, que tiene que ver con la formación desde que somos niños. Por la mañana yo estudiaba en el conservatorio a Chopin y a Bach, y por la tarde veía a mi padre ensayando con su Orquesta Tropicana, junto a Art Tatum, Nat King Cole, etc. Y luego los cantos yorubas y las santerías que había en mi barrio. Eso se fue metiendo en el disco duro, como te decía al principio, de forma orgánica. Mi universo musical está compuesto de cada una de estas manifestaciones.
U-Lab: ¿Cómo se lleva con el diálogo entre la tradición y la vanguardia?
GR: Nunca me planteé una barrera entre ambos. En ese sentido la formación de mi casa fue determinante. Uno es reflejo de la familia. Ese componente de libertad a la hora de escuchar que había en mi casa fue fundamental. Se escuchaba a Cachao, Dizzy Gillespie, Bud Powell, Leo Brouwer, un toque de santos, de rumba, etc. Transitaba por todo eso, y luego iba a la escuela y recibía una formación académica europea. Eso va creando una estructura mental que dicta formas de transmitir. Nunca puse barreras entre uno y otro. Siempre procuré que la tradición estuviera presente en todos mis planes, pero con un apetito de evolución y transformación.
U-Lab: El show se titula “Trance”, y al escucharlos en vivo uno puede ver un profundo recorrido por distintas tradiciones. ¿Cuáles son los puntos fundamentales de este recorrido?
CV: Es un recorrido por distintos caminos, a partir del lenguaje de la música afrocubana y el jazz. Cuando brindamos un concierto, aunque toquemos los mismos temas, siempre lo hacemos de forma distinta. Intentamos, justamente, no ensayar demasiado para no mecanizar, para que se mantenga un diálogo fresco entre dos generaciones que tienen el mismo punto de partida.
U-Lab: Estamos en una era de hyper información, y ustedes hacen una música que exige la participación activa del escucha. ¿Es más difícil hacer música en este contexto?
GR: Cada uno tiene un camino. Cada vez hay más ruido que intenta sacarnos de ese camino. Pero en última instancia, la música es lo que me empuja a seguir adelante. Yo vivo en la lucha que vive todo el mundo, de perfeccionarme. Porque tengo la bendición de ver mis falencias. Y eso es lo que me invita a sentarme frente a un piano todas las mañanas. No estoy en contra de ninguna manifestación musical. Esto no quiere de decir que yo esté a favor de todas. Lo que me interesa es que la gente se encuentre a sí mismo. Hay que dejar de hacer cosas para llamar la atención o para gustar. Tiene que haber una relación más profunda con lo que hacemos, que nos identifiquemos como personas con lo que hacemos, más allá del mercado.
U-Lab: En esta gira van a tocar en alguno de los lugares más prestigiosos del mundo, donde la música hispana casi no llega. ¿Cómo lo viven internamente?
CV: Es producto de todo una vida de trabajo. En América Latina está lleno de talento. Esta música tiene calidad y riqueza, puede estar a la altura de cualquier otra manifestación cultural de alto nivel.
GR: Hay lugares donde estamos llegando por primera vez. Esto no forma parte de una pose o una vanidad. Es una responsabilidad que viene atada a una vida entera de trabajo. Estoy de acuerdo en que llegar a esos lugares de tanto prestigio es un mensaje potente para la comunidad hispana en Estados Unidos, pero también es un mensaje potente para nuestros países de origen, donde en muchos casos no podemos compartir nuestra música. Pasa en Cuba, pero pasa en todo América Latina y el Caribe. Nada es negro y blanco. Hay matices. En mi caso, yo tuve que salir de Cuba para buscar nuevos espacios. Si me hubiera quedado en mi país no hubiera hecho la carrera que hice. Le pasa a muchos artistas que deben salir de su tierra de origen y crear nuevos públicos fuera de su país. En este sentido, hay que hacer un trabajo con nuestra gente. Cuando uno ve el público que va nuestros conciertos, son principalmente de origen anglosajón y europeo. A veces este público valora más nuestra tradición que nosotros mismos. Quizá hay factores económicos, pero también en muchos casos hay prejuicios. Es importante trabajar el público hispano.
U-Lab: Gonzalo, usted pasó muchos años sin poder tocar en Cuba. ¿Cómo se lidia con el desarraigo?
No te lo sé decir. Yo salí muy joven, con mucho camino para recorrer y construir nuevos espacios. Esa fue la ventaja que me ayudó a reinventarme y armar mi vida en otro lugar.
U-Lab: En la istración de Obama hubo un avance en las relaciones con Cuba. En esta istración parecería que hubo un retroceso.
GR: La istración de Obama tuvo una apariencia de flexibilidad y aceptación. Yo no estoy de acuerdo con eso. La istración de Obama fue muy inteligente, porque fue capaz de crear condiciones iguales, y dejar de ver a Cuba como la víctima.
U-Lab: ¿Cómo ve la salud de la música cubana?
CV: Hay una generación de músicos muy bien formados, que continúan y expanden el legado de la tradición. La lista de nuevos talentos es inagotable: Harold López Nussa, Rolando Luna, Tito López Gavilán, y especialmente David Virelles, un verdadero fenómeno de la nueva pianística cubana.
GR: Afortunadamente, siguen saliendo grandes exponentes de Cuba. David Virelles, Alfredo Rodríguez, Yosvany Terri, Harold López Nussa, Michelle Herrera, etc. Cuba ha sido bendecido en las artes, y especialmente en la música.