Por qué termina American Idol, el fenómeno que cambió nuestra forma de ver televisión

El 2002 no parece un año tan lejano, pero si se piensa que para ese momento no existían ni los smartphones, ni YouTube, ni Twitter, ni Facebook, la sensación es diferente.
Lo que sí comenzó a existir ese año fue American Idol y ahora, casi 15 años después de su lanzamiento, se despide de la pantalla chica.
En esta última edición se elegirá al ganador entre los concursantes La'Porsha Renae y Trent Harmon. El programa dirá adiós con Ryan Seacrest como presentador estrella –la serie lo convirtió en ello-, con actuaciones de sus jueces Harry Connick Jr. y Jennifer López, exitosísimas exconcursantes como Carrie Underwood o Kelly Clarkson y los ganadores de todas las ediciones.
Tiempos de cambio
En todo el tiempo que estuvo al aire American Idol logró cambiar el panorama de la televisión y seducir a millones para luego convertirse en una especie de ejemplo de la “vieja era de la televisión”. Fue responsable de la creación de muchos de los reality shows buscadores de talento, que poco a poco fueron robándole su audiencia, entre ellos se encuentran: Top Chef, Dancing With the Stars, Project Runway, así como otras competencias de canto como Factor X o The Voice. Creó estrellas en sus escenarios. Y nos presentó al miembro del jurado –hostil, honesto y cruel– que se convertiría en estereotipo: Simon Cowell.
¿Qué sucedió? El verano de 2002, cuando American Idol debutó en Fox, la audiencia de su capítulo final (ganada por Clarkson) llegó a los 23 millones de espectadores. El año siguiente alcanzó los 30 millones. Hoy, más de una década después tiene unos modestos 8 millones de espectadores.
Desde que la cadena anunciara hace unos meses que la temporada 15 sería la última, medios, gurús, analistas y seguidores han intentado entender qué pasó para que el fenómeno internacional de masas que fue American Idol se perdiera sin siquiera hacer mucho ruido, o más bien, una nota alta muy bien afinada.
El New York Times lo achaca a las redes sociales, al fenómeno democrático de internet que terminó por hacer obsoletos tanto el proceso de votación como la sensación de comunión que el show ofrecía en tiempos de SMS y llamadas telefónicas, tiempos en que la fama, o el éxito, no se medían aún en Likes.
“Para el momento en que Idol comenzó a entender el poder de las redes sociales, permitiendo el año pasado a sus fans votar por Twitter para salvar a concursantes en peligro de eliminación ya se enfrentaba a una audiencia en declive”, reseña el diario.
El NYT también señala otro fenómeno culpable de la poca popularidad del show en sus últimos años:
“También se había convertido en el hogar de un estilo popular: siete de los últimos ocho ganadores eran jóvenes blancos con guitarras que durante el programa vivían una transformación: primero eran seres incómodos y naturales, luego chicos bastante pulidos. Idol comenzó a parecer una combinación de guardería y geriátrico, alimentando cantantes jóvenes y música pasada de moda”.
El diario no fue el único en resaltar este hecho. Ha sido tan obvio que una abreviatura propia se creó para designar el fenómeno: WGWG (White Guys With Guitars).
"Muerte natural"
En una edición de su podcast NPR's Pop Culture Happy Hour, Linda Holmes y Steven Thompson, hablaron sobre la despedida de American Idol y mencionaron que su cancelación también podía tratarse de una especie de “muerte natural”.
Thompson opina que el programa tenía una vida limitada desde que nació y es lógico pensarlo: si se analiza el panorama, el mundo cambió durante sus años de emisión con las nuevas tecnologías y las redes sociales. También atribuyen la caída de audiencia no solo a los WGWG sino al hecho de que el fenómeno Twitter se trasladó de los realities a series-evento como Scandal.
Otro fenómeno que culpan por la caída del grande de los realities es la selección de jurados. La salida del mítico Simon Cowell dejó un agujero difícil de llenar. Sus duros comentarios alimentaban no solo el sadismo de la audiencia, sino su capacidad de unirse ante un enemigo común. Siguieron estrellas musicales que tuvieron más o menos éxito, pero nadie olvidó a Cowell.
Shiny Happy People
Hablemos del tiempo en que American Idol no se sentía obsoleto. Hablemos de sus aportes, de lo que logró. The Daily Beast hace una lista: American Idol revitalizó la televisión de verano (siempre llena de repeticiones y programación poco atractiva), creó un fenómeno alrededor de sus jurados (Primero Simon Cowell y Paula Abdul, luego estrellas como Jennifer López, Steven Tyler, Christina Aguilera, Adam Levine y Britney Spears), fue capaz de crear verdaderas estrellas y se encumbró como un escenario de un optimismo necesario después de los terribles ataques del 11 de septiembre y sus consecuencias.
Está también el disfrute de observar todo el proceso de audiciones, y de comentarlo en los momentos libres de la oficina. Y no hay que olvidar que American Idol no solo le presentó buenos cantantes a su audiencia (Clarkson, Underwood, Fantasia Barrino, Chris Daughtry, Katherine Mhee o Jordin Sparks) sino también personajes nacidos de un video viral como William Hung.
El reality show por excelencia llegó a ser un monstruo temido por todos los demás canales de televisión. Así lo dejó claro Les Moonves, presidente de CBS en 2008: “Aunque esté en repeticiones American Idol es un monstruo. Es un fenómeno. Si alguien pudiese matar a ese show lo agradecería”.
Y al final resultó que nadie tuvo que hacerlo. American Idol se despidió por sí mismo (o eso hará esta noche). Pero si pensaban que sería definitivo se equivocan. Su creador Simon Fuller lo dejó claro en The Hollywood Reporter: “La siguiente generación de Idol tendrá la luz de la juventud y volverá a ser pionera, igual que lo hizo en sus comienzos”.
No es un adiós, es sólo un hasta pronto.