Los tuits machistas y misóginos contra Ana Gabriela Guevara: "¿Quieren igualdad, no?"
Tras el violento ataque que sufrió en días pasados, la senadora mexicana Ana Gabriela Guevara vuelve a ser víctima de la violencia de género, esta vez a través de sus redes sociales.
La exvelocista, con el rostro desfigurado por los golpes, dejó constancia de este episodio en su cuenta de Twitter, donde también manifestó que lo ocurrido, lejos de derrotarla, abona a su convicción de luchar por acabar con la violencia de género en su país.
Sin embargo, aunque la mayoría de las respuestas de sus seguidores en Twitter son de solidaridad y apoyo (recordemos que Guevara es una mujer conocida y respetada desde antes de su quehacer político por haber puesto en alto el nombre de México en diversas competencias internacionales, entre ellas dos Olimpiadas), también se leen violentos mensajes que dejan entrever antiguos males que aquejan a la sociedad mexicana y que son, en todo caso, a los que habría que prestar atención para arrancar de raíz el complejo problema de violencia y misoginia que han padecido por décadas las mujeres en México.
Respuestas violentas, síntoma de diversos males
"Eso también nos pasa a los hombres..."
• Mensajes como éste delatan el machismo que cuestiona los reclamos de igualdad y la demanda de seguridad y protección contra la violencia de género. Como si para tener los mismos derechos que los hombres las mujeres debieran resistir los golpes físicos con la entereza de un cuerpo masculino o como si reclamarlos fuera en sí una afrenta contra la sociedad.
"Tal vez la confundieron con un hombre..."
• Detrás de mensajes como éste se esconde no sólo un prejuicio sexista, sino también la presuposición de que una mujer no debería responder a una agresión, a menos que quiera arriesgarse a: a) ser confundida con un hombre o b) ser considerada una mujer agresiva; en el afán de justificar lo injustificable se asume que cualquiera de estas posibilidades excusa una paliza.
"Ni pez, ese es el día a día de todos los mexicanos..."
• Tuits como éste muestran el resentimiento de un gran sector contra los de la sociedad mexicana que tienen mejores condiciones de vida y/o mayor visibilidad pública. A partir de él hay quien asume que está bien que le ocurra esto a una mujer reconocida "para que vea lo que se siente", bajo el entendido de que los ciudadanos de a pie sufren de agresiones similares todos los días sin que sus casos lleguen al ojo público.
"A usted porque es senadora..."
• Este es el reclamo de una sociedad harta de ver la diferencia entre la presteza con que se las autoridades atienden la denuncia de una personalidad conocida y la negligencia con la que sistemáticamente archivan otros miles de casos igualmente violentos.
"Lamentable que tomes esa bandera de 'mi condición de mujer'..."
• El encono que ha provocado en algunos hombres el discurso feminista demandante de igualdad y respeto que este año adquirió más fuerza gracias a memes como #MiPrimerAcoso y #NiUnaMas, los ha hecho recriminar el uso del argumento de género para denunciar este tipo de abusos. Sin embargo, en la condena prevalece la enfermedad, pues al minimizar el argumento descalifican una vez más a las mujeres y regresan al prejuicio más básico: "algo habrás hecho para merecer y/o provocar la agresión".
¿Por qué el encono?
Desde que Guevara se destacó como atleta haciéndose con importantes medallas olímpicas para su país ha sido objeto del escrutinio especulatorio de muchos mexicanos que, sin poder escapar al machismo prejuicioso anquilosado por años en el corazón de la sociedad, se muestran intolerantes hacia quien no adopta de forma evidente el conservador patrón tradicional de conducta y apariencia femenina. Por eso, su fuerte y atlético cuerpo, su voz ronca, su escaso uso de maquillaje y su escasa coquetería la han hecho blanco, durante años, de maledicencias que cuestionan (sin que nadie con la mínima sensatez entienda con qué autoridad) su identidad y sus preferencias sexuales, como si el hipotético hecho de que éstas no fueran las tradicionales le restara mérito a sus logros o fuera razón suficiente para denostarla y humillarla públicamente, disfrazando a veces con 'humor' los agresivos comentarios.
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