La reinvención del sacapuntas o cómo mejorar lo que parecía perfecto

“Amamos la belleza de la simplicidad y la magia de lo análogo”, responden Bryan Wong y Chengtao Yi, cuando se les pregunta por qué un par de millennials decidió reinventar una herramienta tan “anacrónica” como el sacapuntas.
La razón de fondo quizá se encuentre en el hecho de que para la mayoría de los diseñadores industriales, como ellos, todos los proyectos comiencen, todavía hoy, en este mundo obsesionado con las herramientas digitales, con unos cuantos trazos de lápiz en las páginas de una libreta de bolsillo.
Reinterpretaciones estéticas del sacapuntas no han dejado de surgir desde que en 1874 Therry des Estwaux inventó el sacapuntas manual. Si la propuesta de Wong y Yi está llamando la atención se debe a que se trata de un proyecto que implica mucho más que un nuevo “disfraz” para el mismo producto de siempre, pues se trata de un sacapuntas de una sola pieza, que no requerirá nunca de afilado y que evita el riesgo de que la navaja de metal de los modelos tradicionales se desprenda del cuerpo o se afloje.
¿Por qué eligieron producirlo con cerámica de zirconia?
La respuesta técnica sobre las propiedades del material pueden resultar incomprensibles para un no especialista, pero sus beneficios quedan claros cuando se sabe que se trata del mismo material con que se producen cuchillos de cocina y prótesis dentales.
La próxima vez que pensemos que alguien pierde el tiempo queriendo inventar el agua tibia o el hilo negro tendríamos, al menos, que brindarle el beneficio de la duda.
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