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De cómo los tacos ya ganaron la elección

No importa si son de trompa, cachete, maciza o adobada, los tacos forman ya parte del discurso político en EEUU. Y a pocos días de la elección, estas delicias culinarias han sido lo más rescatable de todo este circo electoral.
Opinión
Laura vive en Nueva York. Se siente periodista entre los blogueros; bloguera entre los periodistas y los invita a comer tacos antes y después de votar.
2016-10-25T09:01:29-04:00
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Los grandes ganadores de la contienda por la presidencia de Estados Unidos. Crédito: iStock

Sea quien sea el candidato que se instale finalmente en la Casa Blanca, ya podemos declarar un ganador de la actual contienda electoral: los tacos.

Sí, señor. Esas delicias culinarias envueltas en tortilla han sido lo único digno —y rescatable— de este circo monumental protagonizado por un bad hombre, una nasty woman y un montón de electores deseosos de que todo termine de una buena vez.

No importa si son de trompa, cachete, maciza o adobada, los tacos forman ya parte del discurso político en EEUU, gracias en gran medida a un traspié del candidato republicano y a la apocalíptica predicción de uno de sus simpatizantes. Bienvenidos a la tacontienda 2016: una carrera presidencial 'con todo', con copia y para comer aquí.

Del ‘taco bowl’ a la 'Tacocalypsis'


El salto de los tacos a la palestra política se lo debemos — surprise, surprise!— a Donald Trump, quien se aventó la puntada de felicitar a los hispanos por el Cinco de Mayo con un infame tuit donde le vimos comiendo una mezcolanza de aspecto dudoso y declarando: “Feliz #CincoDeMayo Los mejores taco bowls son hechos en Trump Tower Grill. ¡Amo a los hispanos!”.

Las reacciones no se hicieron esperar. Mexicanos —y no mexicanos por igual— saltamos furibundos a la defensa del taco, denunciando al taco bowl de Trump como una mezcla tan falsa y asquerosa como muchas de sus posturas políticas. El 'Taco Bowl-Gate' fue noticia mundial; ocupó durante días los titulares de prensa y fue punto de debate en los programas políticos del domingo. Fue también objeto de los memes más maravillosos que habíamos visto jamás.

La afrenta fue tal, que hasta el gobierno mexicano respingó, respondiendo al señor Trump con un orgasmo visual de tres largos minutos para reivindicar el honor del taco como una deliciosa y simple maravilla a base de tortilla, un relleno y salsa.

¿Taco Bowls, señor Trump? Más respeto, por favor. ¡Bad hombre!

Todo eso fue en mayo, y cuando parecía que el tufillo a cilantro y cebolla se esfumaba de la campaña, la tradición taquera recibió otro gran golpe: en septiembre, justo al dar inicio el mes patrio de los mexicanos, un paisano de cuyo nombre no quiero acordarme lanzó en la televisión nacional un augurio apocalíptico: si Donald Trump no gana la presidencia, los mexicanos haremos de las nuestras y conquistaremos este país instalando camiones de tacos en cada esquina.

La apocalíptica predicción ( La Tacocalypsis) prendió fuego al comal [utensilio para calentar tortillas] para volver a sazonar la contienda, esta vez con magníficas imágenes de un mundo tapizado de taco trucks; una América-Grandiosa-Otra-Vez por gracia del cilantro, la salsa y las tortillas. Ni la candidata demócrata se resistió al atracón, pues días antes del último debate, 'la Hillary' hizo una parada estratégica en una taquería de Las Vegas para refinarse dos 'con todo' antes de un acto de campaña.

Fue también en Las Vegas donde la tacontienda vivió uno de sus episodios más recientes y también intensos, cuando un grupo de activistas rodeó un hotel propiedad de Trump no con una cadena humana, sino con un montón de taco trucks, reuniendo a miles de trabajadores de un sindicato local para rechazar las políticas divisorias del republicano. El evento fue declarado un éxito rotundo y, para celebrar, los organizadores armaron una taquiza descomunal.

Faltan solo unos días para que vayamos todos a las urnas a votar por el 'menos peor' y para que se acabe todo esto de una vez, pero mientras eso sucede, yo me voy a buscar unos buenos tacos de pastor con todo, porque aguantar sin taquear los ires y venires de esta bendita democracia es-taco-mo muy-difícil.

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