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Hillary Clinton tenía claro que usaría un traje blanco para su último debate... desde 2015

La foto con la que la demócrata inauguró su cuenta de Instagram dio la clave sobre los colores que usaría en los debates presidenciales. Tras el rojo y el azul, le tocó el turno al blanco característicos de los movimientos de las mujeres.
19 Oct 2016 – 11:41 PM EDT
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En un traje blanco de Ralph Lauren, Hillary Clinton hizo su alocución en el último debate presidencial. Crédito: Getty Images

La foto con la que Hillary Clinton inauguró su Instagram el 10 de junio de 2015 fue una clara declaración de estilo que sin saberlo marcaría un año después su ruta por los debates. Trajes de un solo tono en rojo, azul y blanco estaban acompañados con la frase “Difíciles decisiones”. Quedaba sentenciado que en ese universo de colores se moverían sus más importantes momentos.

Así lo hizo. Si el primer debate presidencial había estado marcado por un poderoso rojo y si el segundo, en el que se mostró más cautelosa con su oponente Donald Trump, había dado paso a un azul oscuro de solapa clara, el debate final tenía un obvio desenlace en materia de moda: el blanco.

Enfundada en un traje de saco de abotonadura completa hasta el cuello, compacta como una armadura, sin bolsillos y pantalones blancos, Hillary Clinton recordó esa emblemática tarde en la que aceptó ser la candidata oficial demócrata y se convirtió en la primera candidata mujer a la presidencia en la que también eligió blanco.

Los expertos no se equivocaron al leer esa vez en su elección una apuesta certera por lucir un gran aplomo, una cierta imperturbabilidad, “el tipo de persona que puede lidiar con los códigos nucleares con aplomo”, dijo Vanessa Friedman de The New York Times. Estar vestida de blanco en el último y más decisivo debate presidencial era volver a invocar esos valores.

Pero el blanco tenía un propósito aún mayor. En vista de todo el huracán de denuncias de mujeres (que llegan a 13) que dicen haber sido acosadas sexualmente por el candidato republicano, Hillary Clinton, alardeando de su conocimiento sobre la relevancia que tiene la moda en el juego político, eligió justo el color que ha identificado históricamente los movimientos femeninos.

El blanco, el púrpura y el dorado fueron los colores elegidos por las sufragistas inglesas que luego inspiraron los movimientos a favor del voto femenino en Estados Unidos. Cientos de mujeres fueron fotografiadas como una masa amplia vestida de blanco que ocasionalmente usaban bandas amarillas, o púrpuras para identificar sus propósitos.

Ahora era el turno de Hillary Clinton que quería hacer parte de ese grupo de mujeres que cambiaron la historia, esta vez no buscando el voto, sino la mismísima presidencia. La historia además dejaría testimonio de que fue blanco también el traje que usó Geraldine Ferraro al convertirse en la primera mujer en ser elegida como vicepresidente para la fórmula demócrata en 1984.

Vestida tres veces consecutivas (en los tres debates) por el diseñador emblemático del estilo estadounidense, Ralph Lauren, con su elección Hillary Clinton, no solo dejó claro que conoce la historia de las que mayoritariamente representa, sino que es una de esas extrañas y poquísimas mujeres que ha hecho una negociación de practicidad con su armario, una que le permite no entrar en debates de estilo, que le deja tiempo para preocuparse por los asuntos más serios de la política, una que hace que un juicioso espectador pueda predecir, casi con un año de anterioridad, lo que usará para sus momentos de mayor relevancia.

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