Adiós al príncipe rebelde: cómo Harry encontró su camino (al altar) y se reconcilió con su destino
Su nombre oficial es Henry Charles Albert David Mountbatten-Windsor, nació en el hospital de St Mary's en Londres - igual que su hermano mayor, William y sus sobrinitos, George, Charlotte y Louis- el 15 de septiembre de 1984, y es el sexto en la línea de ascensión al trono británico. Fue el segundo y último hijo nacido al matrimonio del príncipe Carlos y Diana.
Los dos hermanos crecieron en Kensington Palace, llevando una infancia relativamente normal. Mientras William tuvo fama de ser un niño formal y aplicado, el pelirrojo Harry jugó el rol del hermano pequeño y travieso, espontáneo con las cámaras y siempre con una sonrisa pícara.
Harry tenía apenas ocho años cuando sus padres se separaron en medio del escándalo de la infidelidad de Carlos con Camilla Parker-Bowles. Sin embargo la pareja trató de mantener la mayor estabilidad posible para los niños, hasta su divorcio en 1996, y durante ese periodo de un año, hasta la muerte inesperada de Diana en un accidente automovilístico en París en agosto de 1997, compartieron la custodia de sus hijos.
El mundo entero se conmovió al ver por televisión a los dos príncipes, uno de 14 años y otro de 12, caminando detrás del ferétro de su madre, sobre el cuál, con un gesto muy tierno, Harry había puesto entre las flores que lo cubrían, una tarjeta rotulada con su mano de niño en el que se leía la palabra 'Mummy'.
Los años difíciles
Siguiendo los pasos de su hermano mayor, el príncipe William, Harry ingresó a la escuela que sus padres eligieron para él, el prestigioso Eton College. Ahí fue donde comenzó a rebelarse, llegando a tener problemas con la autoridad escolar "no me gustaba Eton y quería ser malo"; así lo dijo a un grupo de adolescentes de Sudáfrica rehabilitados tras pasar por las pandillas - como reporta el Telegraph- y llegó a pensar que prefería acabar en una correccional.
Este periodo difícil lo llevó a hacer cosas como aprender a fumar y llevarse mal con su padre -que en ese mismo periodo, estaba formalizando su relación con Lady Camilla, culminando en su segundo matrimonio-, que a los 17 años lo sorprendió fumando marihuana en la mansión de Highgrove, en Escocia, y a los pocos días lo mandó a una reunión de adictos anónimos para que oyera sus historias. Sin embargo, sus desatinos juveniles y parrandas (que emulaban incluso las legendarias juergas que en la década de 1960 protagonizó, con escándalo a nivel internacional, su tía abuela, la princesa Margarita) continuaron, culminando con la indignación que causó cuando era estudiante de la academia militar Sandhurst en Berkshire, al portar un uniforme nazi en una fiesta de disfraces.
Cuando las fotos aparecieron en la prensa internacional -y se dijo que la reina, que siempre ha tenido un afecto especial por sus nietos, había tenido un disgusto mayúsculo- Harry estuvo bajo fuego y se disculpó itiendo que "era una mala elección".
" Mi vida descendió en un caos total y estuve varias veces en el punto de ruptura", reconoció en una inusual entrevista que reportó Vanity Fair hace unos meses. "A los 28 años, y gracias a los consejos de mi hermano, busqué ayuda psicológica. Necesitaba corregir todos los errores que había cometido".
El príncipe soldado
En febrero de 2007, el Ministerio de Defensa británico anunció que Harry sería enviado a Iraq. Pero su despliegue fue cancelado solo tres meses después, luego de varias amenazas en su contra. En diciembre de ese año fue enviado en secreto a Afganistán, donde sirvió durante cuatro meses hasta que su presencia allí se hizo públicamente conocida. Junto con los otros de su regimiento, recibió la Medalla del Servicio Operacional por su servicio allí. Después de calificar como piloto de helicóptero Apache, y ser promovido al rango de capitán bajo el nombre de H. Wales, regresó a Afganistán en 2012 en un despliegue de 20 semanas. Voló en decenas de misiones y más tarde itió haber matado a insurgentes talibanes.
Esa fue su última misión como soldado activo: en junio de 2015, el Palacio de Kensington anunció que Harry había terminado su carrera militar.
A partir de entonces, ha estado activo de una serie de causas caritativas. En 2006 cofundó una organización benéfica para ayudar a los huérfanos del VIH en Lesotho, en el sur de África. Su trabajo más reciente se ha centrado en las necesidades de los veteranos del ejército y las personas con problemas de salud mental. Ha viajado al polo norte y al polo sur con la organización benéfica para veteranos Walking With The Wounded y fundó los Invictus Games en 2014, una competencia deportiva internacional para hombres y mujeres con lesiones y prótesis.
En el último año, Enrique se ha unido al príncipe William y a su esposa Kate en un esfuerzo por combatir el estigma de la enfermedad mental. Como parte de ese esfuerzo, los hermanos hablaron abiertamente por primera vez sobre la muerte de su madre y Harry reconoció que gran parte del problema había sido ese: esconder la cabeza bajo tierra ante la tragedia y no saber asimilar el dolor... "Yo tenía 12 años, mi madre acababa de morir y me hicieron caminar junto a su féretro rodeado de miles de personas. No creo que a ningún niño se le pueda obligar a eso. Creo que hoy en día no permitiríamos algo así".
Confesó también Harry todo lo que supuso para él Diana, que siempre fue su conexión con el "mundo real". "A veces me he sentido como un pez dorado dentro de una pecera", itió. "Mi madre puso un especial empeño en mostrarnos la vida de la gente corriente, siempre recordaré cuando nos llevó a ver un albergue para gente sin techo. Gracias a ella, valoro especialmente cosas como salir a comprar y entrar en supermercado".
En el momento de quitarse la máscara del príncipe díscolo, Harry reconoció su resentimiento hacia la prensa, que se remonta también al acoso que sufrió su madre. De ahí que sacara las uñas en noviembre para defender a su prometida, contra los abusos racistas y sexistas en las redes sociales.
El hombre enamorado
De hecho, el exceso de atención, fue la razón de fondo de los fracasos románticos de Harry con sus anteriores novias, que no soportaron la presión. "Todo era una locura y daba miedo", llegó a confesar Chelsy Davy, su primer gran amor, en una entrevista para The Times. "Llegó un momento en que me sentía incómoda a su lado, por toda la atención involuntaria que provocábamos cada vez que pisábamos la calle juntos. Se me hizo insoportable, pero no tuvo nada que ver con él... Creo que seremos buenos amigos durante el resto de nuestras vidas".
Convertida ahora en abogada y diseñadora de joyería, Chelsy sigue estando en la lista de amigos cercanos, y seguramente aparecerá en la boda en Windsor. Pese a su fama de mujeriego, lo cierto es que el príncipe ha dejado huella en sus novias formales, como la exmodelo y también actriz Cressida Bonas, con quien salió entre 2012 y 2014.
Con Meghan Markle, la cosa fue distinta; el flechazo fue instantáneo y en su primera entrevista televisiva para la BBC, después del anuncio matrimonial, ambos señalaron que su primera cita "formal" en Bostuana fue definitiva, aunque él ha reconocido que desde el momento en que la vio supo era la elegida.
Tomados de la mano, recordaron el momento en que se él se declaró mientras se asaba el pollo en la cocina de su apartamento en el palacio de Kensington, saltó a la vista la dinámica de la relación: la repentina madurez del príncipe-pícaro y la serenidad y seguridad en sí misma de la novia, divorciada y de origen birracial, tres años mayor que él. "Los corgis de mi abuela llevan 33 años ladrándome cuando me ven y de pronto entra ella, y como si nada", declaró Harry, en el momento de ilustrar cómo ha sido recibida Meghan en Buckingham y en el seno de la familia real a la que pertenecerá a partir del 19 de mayo, cuando el principito travieso por fin siente cabeza, siguiendo los pasos de su madre.
También te puede interesar: