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Actividad de pandillas

Serie especial: Niños y jóvenes que escaparon de la violencia en Centroamérica son ahora caldo de cultivo para la MS-13 en EEUU

Zonas hispanas de Long Island, Nueva York, han recibido a más de 8,500 menores que huyeron de países, como El Salvador, asolados por la peligrosa Mara Salvatrucha. Lejos de casa se han encontrado con pandilleros que les acechan para sumarlos a sus filas y sembrar el miedo en la Costa Este de Estados Unidos.
4 Oct 2017 – 03:23 PM EDT
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Un adolescente camina frente a un parque en el área de Central Islip, Long Island, donde fueron hallados los cuerpos mutilados de cuatro jóvenes en abril de 2017. La policía atribuyó la masacre a pandilleros de la MS-13. Crédito: Spencer Platt/Getty Images

LONG ISLAND, Nueva York. - Michael López salió en 2014 de Santa Rita, una pequeña localidad del noroeste de Honduras, para emigrar a Estados Unidos. Llevaba más de una década sin ver a sus padres y la consigna era reunirse con ellos.

Fue detenido al llegar a la frontera, como ocurrió ese año con los miles de menores que la cruzaron solos. Pero como sus padres estaban acá, Michael fue enviado con ellos a Brentwood, un suburbio de Long Island ubicado a 38 millas de Manhattan donde pandilleros de la Mara Salvatrucha han recrudecido su violencia en los últimos dos años.

Llegó en abril de 2014. Y exactamente tres años después, Michael, un primo y dos amigos se convirtieron en las víctimas 14, 15, 16 y 17 de la MS-13 en Long Island.

Fueron masacrados la noche del 11 de abril de 2017 con machetes, el arma preferida de esa pandilla, cuchillos y bates en la oscuridad de un parque en el área de Central Islip. La matanza encendió las alarmas de las autoridades locales, que han registrado 17 asesinatos vinculados a la Mara Salvatrucha desde enero de 2016 en el condado de Suffolk, donde se encuentra Brentwood.

Homicidios relacionados con la Mara Salvatrucha en Long Island

Nueva

York

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Nueva

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Miguel García Morán

Oscar Josué Acosta

Dewann A.S. Stacks

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Jorge Tigre

Jefferson Villalobos

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Miguel García Morán

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FUENTE: Documentos judiciales y reportes de prensa.| Mariano Zafra UNIVISION

También ilustró lo vulnerables que son los 8,560 niños y jóvenes que arribaron solos a Estados Unidos y fueron enviados a casa de algún familiar o guardián (sponsor en inglés) en los condados de Suffolk y Nassau desde 2014 hasta este año, de acuerdo con datos de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados (ORR por su sigla en inglés).

Son menores que han emigrado para escapar de la violencia y pobreza en América Central pero acá se han topado con pandilleros que quieren reclutarlos o los matan para vanagloriarse de su crueldad y lograr una mejor posición dentro del grupo, dijeron a Univision Noticias autoridades locales y federales que trabajan directamente en los casos de crímenes perpetrados por la MS-13. Se aprovechan de que llegan a Estados Unidos sin saber inglés y sintiéndose ajenos a la cultura y al ambiente en el que tendrán que vivir.

"En muchas ocasiones están huyendo de esa violencia (en El Salvador, Guatemala y Honduras) pero entonces aquí los de la Mara Salvatrucha los están esperando con los brazos abiertos", dijo Ángel Meléndez, agente especial a cargo de Investigaciones del Departamento de Seguridad Nacional desde su oficina en Manhattan.

Pese a que son acechados, solo una pequeña fracción de los menores no acompañados se ha involucrado con la MS-13 en Long Island, donde el 21 por ciento de la población es hispana, principalmente de El Salvador. Meléndez precisó por ejemplo que, de los 90 pandilleros que arrestaron entre mayo y agosto de este año en Long Island, el 30 por ciento o 27 habían entrado al país como menores no acompañados.

"El gobierno los dejó y se fue"


Veintisiete no es siquiera el 1 por ciento de los 8,560 menores que llegaron solos y se encuentran actualmente en Long Island. Sin embargo, a las autoridades de Nassau y Suffolk les preocupa el hecho de que la gran cantidad de niños y jóvenes que han llegado desde 2014 son caldo de cultivo para la Mara Salvatrucha. Más aún cuando su arribo coincide con el llamado a llenar las calles de Nueva York y de la Costa Este de sangre que hicieron los líderes de la MS-13 desde El Salvador.

Además reclaman que el gobierno federal no le ha dado el seguimiento apropiado a esos menores que trasladó a Long Island para dejarlos en manos de guardianes, que en ocasiones no son padres ni familiares.

"Lo que ha hecho es poner a estos niños aquí y, esencialmente, los ha dejado y se ha ido. Ha provisto muy pocos servicios, ha hecho muy poco seguimiento a los patrocinadores. Ellos (los guardianes) han firmado un contrato con el gobierno comprometiéndose a ceñirse a ciertos términos y condiciones y ha habido poco seguimiento a este cumplimiento por parte del gobierno", dijo Timothy Sini, comisionado de la policía del condado de Suffolk.

La falta de recursos se refleja especialmente en las escuelas que han absorbido el influjo de nuevos estudiantes y se han convertido en el "epicentro" de reclutamiento, consideraron Sini y Meléndez. "Sabemos de casos de criminales que han llevado a cabo actividades violentas y después se van para su casa a dormir o a hacer sus asignaturas para la escuela del día siguiente", dijo Meléndez.

Eso evidencia cuán difícil puede resultar identificarlos. Para la fiscalía del condado de Nassau son las redes sociales las que han ayudado a revelar su incursión en la pandilla. Antes eran niños que aparecían en fotos publicadas en Facebook posando junto a un árbol de Navidad o cantando en el coro de la escuela. Después fueron arrestados por haber cometido un asesinato salvaje, detalló la fiscal a de Nassau, Madeline Singas.

"La pandilla le pone el oído"


Los datos de la ORR también permiten trazar un perfil de cómo son estos menores, lo que ayuda a entender por qué a la Mara Salvatrucha le resulta fácil seducirlos. De los que llegaron entre 2014 y 2016, entre un 36 y 38 por ciento tenía 15 o 16 años, y entre 27 y 31 por ciento tenía 17 años, estaban en plena adolescencia. Asimismo, entre 66 y 68 por ciento eran varones.

Algunos no viven con sus padres o se reunieron con ellos después de no haberlos visto por años. Un pastor que logró convertirse en guía espiritual de algunos pandilleros en Long Island, y que pidió no ser identificado, explicó que suelen sentir rencor y sentimiento de abandono hacia su familia, especialmente si los padres los dejaron en manos de otra persona para partir a Estados Unidos en busca de trabajos para costear el sustento de los hijos que dejaron atrás.

"Cuando los traen para acá ya vienen enojados, con esa rebeldía", dijo. "Ya están vulnerables, ya hay una puerta abierta para que otro amigo le dé atención, le oiga, el de la pandilla le pone el oído", agregó.


Es ahí cuando la MS-13 se puede convertir en el único grupo de referencia... y uno muy violento. Es por eso que las escuelas juegan un rol clave, explicó José Miguel Cruz, psicólogo y director de investigación del Centro de América Latina y el Caribe de la Universidad Internacional de Florida. Esto porque en Estados Unidos el reclutamiento se suele dar en los centros educativos, no en la calle como ocurre en América Central. "En condiciones como las que se describen en Long Island, comunidades migrantes, de bajos recursos, con pocas oportunidades, los grupos pandilleros se vuelven en una alternativa atractiva para muchos jóvenes", precisó.

Han pasado tres años desde que en 2014 el gobierno del entonces presidente Barack Obama debió declarar una crisis por el arribo de estos chicos y las autoridades locales aún tratan de dilucidar cómo abordar este arribo y ayudarlos antes de que la Mara Salvatrucha los sume a sus filas. La dura retórica del ahora mandatario Donald Trump hacia estos jóvenes e inmigrantes indocumentados presagia que será una tarea complicada.

Las autoridades locales reconocen que "la vasta mayoría" de los guardianes y los menores vinieron en busca de una mejor vida y que se ciñen a las leyes estadounidenses. "Pero algunos de ellos son pandilleros y pudieron engañar al sistema (migratorio) y venir hasta aquí", afirmó Sini en una declaración que ilustra la fina línea con la que deben lidiar al atajar el problema de los menores no acompañados y las pandillas.

La Oficina de Reasentamiento de Refugiados dice en su página web que intenta dejar a los menores en el ambiente menos restrictivo posible y que únicamente los asigna a lo que llama una "instalación segura" parecida a una correccional cuando representan un peligro para sí mismos o han cometido algún crimen.

Sin embargo, no existe una base de datos que pueda ser compartida por los gobiernos de Estados Unidos y las naciones de América Central que ayude a precisar qué menores tuvieron lazos con las pandillas en sus países de origen.

"No pensé que vendría a ver esto"


La historia de Lucía (no es su verdadero nombre) evidencia la vulnerabilidad de estos menores. Ella cruzó la frontera sola con su pequeño sobrino cuando aún era menor de edad. Lo hizo porque casi no podía ir a la escuela en El Salvador debido a que vivía en un barrio dominado por la MS-13 pero estudiaba en otro controlado por una pandilla rival. Su madre decidió entonces pagarle a un coyote y traerla junto a ella.

La joven llegó a Brentwood, donde su mamá reside hace 16 años, y se inscribió en la secundaria del mismo nombre. Sentada en la cocina del sótano convertido en casa en el que vive, Lucía relató que en la secundaria se escuchaba música rap como la que sonaba en su barrio liderado por la Mara Salvatrucha en El Salvador. Algunos estudiantes también llevaban camándulas, gorras y tenis Nike Cortez como los que usaban los pandilleros en su país.

No fue reclutada por la MS-13, pero la MS-13 sí la metió en problemas con la ley. “Un día que iba a agarrar el bus, estaba uno de la Mara y me amenazó, me dijo que le metiera marihuana a la escuela. Me dijo dónde vivía, dónde trabajaba mi mamá, me tenían chequeada. Yo tuve miedo (...) entonces le dije está bien y la llevé". Terminó detenida un mes dentro de una instalación de ICE.

“Me quedé asombrada, no pensé que en Estados Unidos vendría a ver esto".

Esta historia forma parte de una serie dedicada a la MS-13 en Nueva York. Carmen Graciela Díaz, María Sánchez Díez y Carlos Serrano reportearon también en esta nota.

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