Alfonso Calderón, de 16 años, es uno de los fundadores del movimiento estudiantil Never Again y dio el discurso más conmovedor en la conferencia de prensa de los jóvenes en la capital estatal. Es madrileño, pero lleva una década en Estados Unidos y habla un perfecto inglés. “No crean que no podemos entender por ser niños. Créanme, entiendo: estuve encerrado durante cuatro horas en un armario, tuve que escribir a mis padres para decirles adiós”. Calderón también dijo que está preparado para abandonar la escuela si hace falta, pero que nunca dejará su nueva causa: el activismo a favor de la regulación de armas. Crédito: David Maris
Cuando Emma González, de 18 años, quiso raparse la cabeza preparó una presentación con 10 slides para convencer a sus padres, una estadounidense y un cubano que se enamoraron en Nueva York y criaron sus hijos en Florida. La madre, Elizabeth Wiegard, suele estar cerca de ella cuando concede decenas de entrevistas como las que ha hecho desde que la matanza le cambió la vida. Sufre por tanta exposición mediática, pero no le sorprende tanta atención: Emma siempre ha sido guerrera, tozuda y llena de ideales políticos. Sus palabras contra Donald Trump (y su ‘bullshit’ contra él) se convirtieron, sin duda, en un emblema del movimiento Never Again. Quería dedicarse al activismo ambiental, pero una nueva causa se ha cruzado en su vida: las muertes por armas en las escuelas. Crédito: Jonathan Drake/Reuters
Lorenzo Prado no solo sufrió la traumática experiencia de sobrevivir a un tiroteo y ver morir a sus amigos y su entrenador. “Mi caso fue diferente al resto”, explicó este puertorriqueño de 17 años. Dice que tenía la misma ropa, color y estructura facial que el atacante y pensaron que él era quien había perpetrado la masacre. Se encontró con las manos alzadas con seis agentes apuntándolo y pensando que iba a morir. Prado cuenta que se sintió culpable –por haber cerrado la puerta del auditorio y por no haber llamado a su madre–, pero ahora ya no. Ahora pide acción política: “Nikolas Cruz fue capaz de comprar una arma de asalto antes de poder comprar cerveza”, dijo en Tallahassee. Crédito: David Maris
Demitri Hoth, de 17 años, participó en el Capitolio en una decena de encuentros con legisladores y en una reunión con el gobernador Rick Scott. Y fue uno de los rostros de la conferencia de prensa en el corazón político de Florida, que tuvo una gran repercusión nacional e internacional. Dos días después del tiroteo, en una farmacia ‘drive-thru’, se aterró al escuchar lo que juraba era una disparo. Era tan solo el recibo. Intenta dormir todo el tiempo que puede. Despierto, le aterran demasiado los recuerdos de los pasillos ensangrentados de la escuela. “Cámara baja, Senado, ¿por qué están tardando tanto en hacer algo?”, dice luciendo un lazo rojo en el pecho. Crédito: David Maris
Jackie Corin se subió sobre un carro, papeles en mano, y se puso a gritar a viva voz. En un movimiento nacido tan dramática y repetidamente, esta joven se ha convertido en una de las responsables de la logística. En la partida rumbo a Tallahassee, leyó las listas de viajeros y dividió a la gente en tres autobuses desde las alturas. En el Capitolio, presentó a los sobrevivientes que hablaron ante la prensa. Ese mismo día, en el Senado, se emocionó cuando proyectaron en la oscuridad imágenes de los 17 asesinados en la escuela secundaria. Crédito: David Maris
Desde el día del tiroteo de Parkland, David Hogg es claramente una de las caras más visibles del movimiento estudiantil Never Again. Este aspirante a periodista grabó un video durante el tiroteo en el que describía cómo estaban escondidos del atacante y preguntaba a sus compañeros sobre el control de armas. Su repentina fama, forjada por sus apariciones en la televisión, casi no le ha dejado un momento libre en esta frenética semana tras el tiroteo. Uno de los pocos fue el sábado, cuando la mayoría de manifestantes y periodistas abandonaron la protesta en Fort Lauderdale, y Hogg se acercó a un rincón donde habían dejado carteles de la protesta y los leyó uno a uno, visiblemente emocionado. Se estaban convirtiendo en un altavoz para todo el país, y cree que solo es el principio. Crédito: Jonathan Drake/Reuters
Cameron Kasky, de 17 años, huyó de la masacre con su hermano pequeño con autismo de la mano. Una vez en casa empezó a descargar su rabia en mensajes en redes sociales con una fuerte dosis de crítica política, incluyendo insultos a los líderes. Hay cierta unanimidad que fue allí, en su casa presidida por un piano de cola, donde se empezó a usar el término 'Never Again'. Con los días, ha suavizado su retórica y multiplicado sus apariciones en televisión. “Antes del tiroteo me quejaba en las redes sociales, pero no había dado un paso al frente. Por desgracia, el problema me tuvo que golpear directamente. (...) No puedo dejar que sea simplemente un tiroteo más”. Crédito: Almudena Toral
Lorena Sanabria está disgustada de tanto ‘te escucho’, ‘te entiendo’ por parte de los legisladores. Nacida en Colombia, criada en Florida, acaba de volver de Tallahassee, donde se entrevistó con congresistas y el gobernador Rick Scott. Casi no durmió, esta decepcionada, pero sigue difundiendo su mensaje y concediendo entrevistas. Insiste en que el drama de estos estudiantes de Parkland no es aislado ni único. Siente que los jóvenes estadounidenses están en peligro en cualquier lugar –la escuela, un cine o un mall– y que la única solución para remediarlo es cambiar la legislación. Del otro lado de las cámaras está su madre. Se seca las lágrimas con un pañuelo de papel y le dice a otra mamá de la escuela que son muy afortunadas de seguir teniendo a sus hijos con ellas. Crédito: David Maris
Carlos Rodriguez recorrió el Capitolio estatal con su cámara para registrar y publicar en su canal de Youtube los encuentros entre sus compañeros y los legisladores del estado. “Pelearemos por el cambio para que nunca más ocurra un tiroteo escolar”, aseguró antes de entrar a la Legislatura. Tiene 17 años, llegó de Venezuela a Florida en 2009 y es conocido como el bloguero de la secundaria Marjory Stoneman Douglas. En el momento del ataque estaba confundido en el pasillo de la escuela entre el ruido de las balas y la alarma de incendio. "De pronto el maestro Porter me empujó dentro de la oficina istrativa, me salvó la vida”. Un video en que daba las gracias al maestro se convirtió en viral. Crédito: David Maris
Antonina Messina recuerda el tiroteo de la escuela primaria Sandy Hook, en 2012, donde 20 niños menores de 8 años fueron asesinados y afirma que “ellos estaban muy pequeños para exigir un cambio". "Pero ahora a nosotros sí nos van a escuchar”, decía en referencia a un movimiento que nació en las redes sociales de sus compañeros y ya se ha convertido de alcance nacional. Nació y creció en área de Parkland, Florida, y su familia es originaria de Colombia. Se reunió, junto con otros estudiantes, con el gobernador Rick Scott, cuyas campañas políticas han recibido donaciones de la Asociación Nacional del Rifle. “En vez de nosotros planteándole preguntas, era él que quería escuchar de nuestras experiencias”, dijo aliviada después de un día de reuniones más frustantes con legisladores de Florida. Crédito: David Maris
José Iglesias, estadounidense de ascendencia peruana, fue uno de los primeros en llegar a estacionamiento desde donde los estudiantes de la secundaria Stoneman Douglas salieron hacia Tallahasse a encarar a los legisladores del estado. Había casi tantos estudiantes como periodistas. Se abrazó con su familia, cargando con su mochila, su saco de dormir y un documento en mano. Era el permiso parental para poder hablar con los medios de comunicación pese a ser menor de edad. Y tanto que habló: “Ellos se oponen a lo que queremos, pero somos muchos, estamos de acuerdo y vamos lograr que se hagan los cambios”, dijo con esperanza. Todavía les queda mucho por cambiar. Crédito: David Maris
Desde el día siguiente al tiroteo, Tyra Hemans, alumna del último año de la secundaria Marjory Stoneman Douglas, ha protestado a gritos y en silencio. “Los miraré a los ojos y les preguntaré si me ven como una persona o como un signo de dólar. A los políticos no les importan las personas; si fuera así, hubiesen cambiado las leyes después de Columbine, las armas son para matar”, dijo Hemans antes de viajar a la capital del estado a encontrarse con legisladores. “Estamos cansados de morir, estamos cansados del dolor, queremos justicia, es suficiente”, gritó frente a los periodistas antes de subir al autobús.
Crédito: David Maris
Crédito: David Maris